Todos vendemos todo el tiempo: vendemos una idea, un servicio, una empresa, nuestra participación en un proyecto. Vendes hasta con mensajes de teléfono móvil. ¿Es importante lo que escribes? ¡Por supuesto!
Imagínate esto: cuando hablamos con alguien, nuestros mensajes se entienden al 50% de la intención original. Nuestro interlocutor suele componer el faltante con base en su experiencia y en los simbolismos que ha aprendido en el lenguaje con que te comunicas. ¡Esa es la clave! Porque cuando estás con alguien, esa persona puede ver tu lenguaje corporal y escuchar no solo lo que dices, sino el tono de tu voz. Puede conocer tus emociones y algo más de tus intenciones al estar contigo.
No sucede así cuando escribes.
Cuando escribimos, las personas nos escuchan en su mente con base en lo que opinan o saben de nosotros o, lo que es aún más asombroso, ¡con el estado de ánimo en que ellos se encuentran! Si a eso le sumas que algunas personas no saben leer, pues eso hace de la comunicación escrita un asunto de suma importancia, porque definitivamente no puedes estar en todos lados, y es siempre más barato escribir un mensaje o un correo que presentarte en la oficina de alguien que tal vez nunca tenga tiempo para atenderte.
Por eso, ¡mucho ojo! No es lo mismo envío, que envió. No es lo mismo debe de, que debe. Y sí importa el uso de la Q.
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